Compartimos la nota para el diario La Nación
Perros en casa. Cómo garantizar una convivencia sin riesgos cuando hay niños en la familia
Animales, niños y niñas deben ser educados por igual. Pautas que se pueden seguir para evitar problemas.
Sabemos que los niños y los perros muchas veces tienen una relación especial de amor y apego. Incluso algunos se aman de tal forma que construyen una amistad que dura toda la vida del perro, y que el niño recordará por el resto de su vida. Por ese motivo, cuando la familia decide sumar un nuevo integrante canino en el hogar, es muy importante realizar una adecuada evaluación del cachorro o del perro adulto. Y, además, seguir durante su crianza determinadas pautas en la relación perro-humano/s, que van a favorecer la adecuada socialización e integración del animalito a la familia. Esto evitará eventos de agresividad, que en el caso que estén involucrados los niños, podrían resultar muy peligrosos.
¿Qué es la agresividad en un animal? Es una conducta amenazante o peligrosa que lleva al daño o destrucción de algún objeto, animal o persona que le sirve como blanco. Es un patrón de conducta normal en determinado contexto. Pero en animales de compañía, es indeseable y no aceptable. El contexto doméstico es el ambiente natural del perro y la adaptación es la capacidad que tiene de adecuarse a los cambios. Por ello, para evitar que sucedan eventos agresivos debemos estar atentos a si nuestra mascota posee una capacidad de adaptación óptima. La falta de esta adaptación podría ser un indicio de futuros inconvenientes
Sabemos que los niños y los perros muchas veces tienen una relación especial de amor y apego. Incluso algunos se aman de tal forma que construyen una amistad que dura toda la vida del perro, y que el niño recordará por el resto de su vida. Por ese motivo, cuando la familia decide sumar un nuevo integrante canino en el hogar, es muy importante realizar una adecuada evaluación del cachorro o del perro adulto. Y, además, seguir durante su crianza determinadas pautas en la relación perro-humano/s, que van a favorecer la adecuada socialización e integración del animalito a la familia. Esto evitará eventos de agresividad, que en el caso que estén involucrados los niños, podrían resultar muy peligrosos.
¿Qué es la agresividad en un animal? Es una conducta amenazante o peligrosa que lleva al daño o destrucción de algún objeto, animal o persona que le sirve como blanco. Es un patrón de conducta normal en determinado contexto. Pero en animales de compañía, es indeseable y no aceptable. El contexto doméstico es el ambiente natural del perro y la adaptación es la capacidad que tiene de adecuarse a los cambios. Por ello, para evitar que sucedan eventos agresivos debemos estar atentos a si nuestra mascota posee una capacidad de adaptación óptima. La falta de esta adaptación podría ser un indicio de futuros inconvenientes
Las causas pueden ser genéticas, por una deficiente socialización, una inestabilidad jerárquica en el perro a través de la invasión del territorio, lugar de descanso, o la utilización de espacios, lo que hace que el animal no logre definir el status dentro de la familia. La actitud del humano responsable es muy importante. Los castigos empeoran la situación por dolor o miedo. También jugar a pelear, a correr en el piso y terminar en una situación favorable al perro.
Reconocer el comportamiento normal del perrito, detectando en forma precoz los primeros indicios de problemas de comportamiento es clave para poder realizar la consulta inmediata con el especialista o el veterinario etólogo. El objetivo sería controlar la rebeldía, las mordeduras, la monta, el subirse encima de un salto así como prevenir la masticación destructiva sobre muebles u objetos de la casa. La etología clínica o estudio comparado del comportamiento animal es una especialidad de la medicina veterinaria, principalmente en caninos y felinos.
Buenas pautas de convivencia
¿Cómo lograr acariciar, tocar los juguetes o la comida del perro sin recibir a cambio un gruñido o un mordisco? Estas son algunas pautas.
- El animal debe comer solo y alejado de los miembros de la familia, y en lo posible en un horario no coincidente
- Hay que ignorar sus demandas de atención en el momento que se producen, como “dándole el gusto”, es preferible acariciarlo y jugar con él cuando él no nos lo solicita. Toda interacción sucede cuando el humano comienza la acción, no cuando el perro lo demanda.
- Debe dormir en un lugar periférico de la vivienda, no debe ser un lugar de paso, no debe ser el área donde se entra o se sale
- Cuando hace alguna travesura, o muestra dientes, hay que retarlo diciéndole un “no” firme, en una postura corporal semi inclinada, gesto de enojo, con palabras breves, sin acorralarlo, dirigiendo la vista al lomo del animal.
- No se recomienda castigar, si ofrecerle premios cuando “se porta bien”. Esto genera un reforzamiento positivo de lo que consideramos buen comportamiento
- Sería conveniente un ambiente enriquecido con juguetes para perros, u otro compañero canino, o de otra especie para fortalecer una buena socialización
- En el juego que establezcamos con él, el perro al final no debería quedarse con el juguete.
- Cuando llega un bebé a la casa, no hay que cambiar ninguna de las costumbres que se hayan tenido hasta este momento. Es al revés, las costumbres tienen que modificarse antes de que llegue el bebé. De otro modo, ellos interpretan que por culpa “del bebé” los están segregando. Y ahí es donde se pueden producir situaciones de agresividad hacia los niños que después terminan a veces de forma dramática. Un ejemplo de lo que suele suceder. Llega el bebé, la familia saca al perro al patio, lo atan, se siente desplazado y apunta toda su agresividad, aunque no se note, a esa personita que llegó. Eso es lo que hay que evitar por todos los medios. El aislamiento social (patio eterno) provoca una situación de déficit que cuando se libera genera conductas bruscas y por ello vuelve al encierro. Y esto se convierte en un círculo vicioso de agresividad.
Los comportamientos del perro dependen en promedio en un 20% de su herencia y en un 80% de los aprendizajes. El fin es que el animal no vaya adquiriendo con el tiempo actitudes agresivas que podrían poner en peligro la integridad de nuestros niños. Es importante prevenir estas situaciones de la manera sugerida, para que la relación de amor entre nuestro perrito y nuestros niños se convierta en una aventura inolvidable para el resto de la vida.
*Alicia Barreto es médica veterinaria, especialista en etología y Directora del refugio APRANI.